Porque ustedes lo pidieron, y la compañía necesita siempre de nuevos ingresos sin registro fiscal, vuelve a ustedes el Circo del Dr. Dulcamara, el espectáculo de fenómenos y aberraciones médicas más grande de la tierra. El mismo show de carpa que les presentó al queso más fuerte del mundo, ahora les trae para que se asombren, horroricen y le lancen palomitas, al encantador de artefactos: Al Musin.
Al Musin, mejor conocido como Al porque nos da mucha pereza aprender su nombre, nació en el lejano oriente donde los desiertos cubren el paisaje y la gente tiene mucha sed. Su familia era conocida por toda la región como los mejores encantadores de serpientes en toda la tierra. El padre de Al tenía el prestigio de poder hacer que dos cobras reales se mordieran las colas para formar un círculo y jugar con ellas al ula – ula.
Los hermanos de Al, 17 en total, también eran hábiles con el hipnotismo de serpientes, y siendo él el más joven, todos esperaban en él un talento excepcional. Sin embargo, Al nunca pudo hacer que una serpiente le obedeciera, todas se burlaban de él y no hacían más que sacarle la lengua.
Una vez intentó hacer bailar a una boa, pero lo único que consiguió fue que le lanzara al cuello y casi lo estrangulara hasta morir. El fracaso se convirtió en vergüenza para la familia, y Al tuvo que dejar su hogar llevando sólo lo que traía puesto y su vieja flauta que había sido una reliquia familiar.
Tras abandonar el desierto, Al descubrió que el mundo moderno era muy diferente a lo que él conocía. Y aunque no sabía si podría adaptarse a esas tierras de metal, llenas de automóviles y altos edificios, quiso darle una oportunidad. En la ciudad no había muchas serpientes que encantar, pero había otras cosas que podían ser entrenadas. Con un poco de suerte, el talento de Al sólo estaría negado con los reptiles.
Ofreció sus servicios como domador de gatos, ardillas, mangueras y pastas, pero los resultados siempre eran los mismos, e incluían una visita al hospital. Derrotado, Al emprendió su regreso al desierto mientras entonaba una triste canción. En su camino, pasó por una tienda de electrónicos, donde un joven empleado luchaba por no morir asfixiado entre una maraña de cables y extensiones.
Increíblemente, al pasar Al y su canción, los cables cedieron resistencia, y hechos suaves ondas se arrastraron hasta los contactos y se conectaron sin protestar. El empleado salió a la calle y detuvo a Al, después de todo sí tenía un talento especial.
Resultó que Al era un gran encantador de artefactos eléctricos, y a su melodía, no había toma de corriente que no se doblegada. Fue contratado por una empresa d electrónicos para mantener a raya las rebeliones de los aparatos de oficina. Fue sólo cuestión de tiempo para que Dulcamara Inc. lo encontrara y ofreciera un mejor trabajo que incluía ser visto por todos dentro de una jaula de metal y tres comidas diarias.
Para el público conocedor, Al demuestra en escena sus habilidades, encantando toda clase de electrónicos. Obligando que se conecten en los enchufes, y evitando que se enreden si quiera un poco. Y para deleite de todos, pero con advertencia a los cardiacos, Al enfrenta a un feroz interruptor trifásico.
No se pierda el show, y traiga todos sus gadgets, pues Al, como servicio especial domará todos sus aparatos, y aleccionará cualquier cable para no enredarse nunca más.
Al Musin, mejor conocido como Al porque nos da mucha pereza aprender su nombre, nació en el lejano oriente donde los desiertos cubren el paisaje y la gente tiene mucha sed. Su familia era conocida por toda la región como los mejores encantadores de serpientes en toda la tierra. El padre de Al tenía el prestigio de poder hacer que dos cobras reales se mordieran las colas para formar un círculo y jugar con ellas al ula – ula.
Los hermanos de Al, 17 en total, también eran hábiles con el hipnotismo de serpientes, y siendo él el más joven, todos esperaban en él un talento excepcional. Sin embargo, Al nunca pudo hacer que una serpiente le obedeciera, todas se burlaban de él y no hacían más que sacarle la lengua.
Una vez intentó hacer bailar a una boa, pero lo único que consiguió fue que le lanzara al cuello y casi lo estrangulara hasta morir. El fracaso se convirtió en vergüenza para la familia, y Al tuvo que dejar su hogar llevando sólo lo que traía puesto y su vieja flauta que había sido una reliquia familiar.
Tras abandonar el desierto, Al descubrió que el mundo moderno era muy diferente a lo que él conocía. Y aunque no sabía si podría adaptarse a esas tierras de metal, llenas de automóviles y altos edificios, quiso darle una oportunidad. En la ciudad no había muchas serpientes que encantar, pero había otras cosas que podían ser entrenadas. Con un poco de suerte, el talento de Al sólo estaría negado con los reptiles.
Ofreció sus servicios como domador de gatos, ardillas, mangueras y pastas, pero los resultados siempre eran los mismos, e incluían una visita al hospital. Derrotado, Al emprendió su regreso al desierto mientras entonaba una triste canción. En su camino, pasó por una tienda de electrónicos, donde un joven empleado luchaba por no morir asfixiado entre una maraña de cables y extensiones.
Increíblemente, al pasar Al y su canción, los cables cedieron resistencia, y hechos suaves ondas se arrastraron hasta los contactos y se conectaron sin protestar. El empleado salió a la calle y detuvo a Al, después de todo sí tenía un talento especial.
Resultó que Al era un gran encantador de artefactos eléctricos, y a su melodía, no había toma de corriente que no se doblegada. Fue contratado por una empresa d electrónicos para mantener a raya las rebeliones de los aparatos de oficina. Fue sólo cuestión de tiempo para que Dulcamara Inc. lo encontrara y ofreciera un mejor trabajo que incluía ser visto por todos dentro de una jaula de metal y tres comidas diarias.
Para el público conocedor, Al demuestra en escena sus habilidades, encantando toda clase de electrónicos. Obligando que se conecten en los enchufes, y evitando que se enreden si quiera un poco. Y para deleite de todos, pero con advertencia a los cardiacos, Al enfrenta a un feroz interruptor trifásico.
No se pierda el show, y traiga todos sus gadgets, pues Al, como servicio especial domará todos sus aparatos, y aleccionará cualquier cable para no enredarse nunca más.